El talento siempre será uno de los intangibles más apreciados y buscados por las empresas, grandes o pequeñas, para asegurarse los activos más capacitados para vencer a la competencia y hacer crecer a la propia empresa.
A menudo asociamos talento con cargos directivos con mucho control y decisión sobre las acciones de la empresa. Es evidente que los altos cargos deben tener una gran dosis de talento asociado a su área particular para sobrellevar exitosamente el puesto que ostentan. Idealmente se lo han ganado a base de trabajo, perseverancia, sentido común, salpicado con buenas ideas, y de una excelente capacidad motivacional y de liderazgo. El potencial debía existir, pero su ambición y perseverancia son las que habrán construido su camino hasta la cima. Ahora bien, pensemos ejemplos de personas con cargos directivos o de responsabilidad. No necesariamente tenemos que vincularlo a nuestra empresa, también encontramos numerosos ejemplos aplicables en la sociedad, el deporte o la política. ¿Responden estas personas a todos los atributos que hemos establecido como la base de un buen directivo o líder? Seguramente a muchos les falla algún aspecto o, cuanto menos, podrían mejorarlo sustancialmente.
Si encontramos ejemplos de directivos faltos de valores propios de un líder con talento, ¿cómo no íbamos a encontrar potencial en puestos intermedios o inferiores? ¿Y el talento desaprovechado en empresas con trabajadores desalineados con los objetivos corporativos? ¿Y el talento invisible que espera tu llamada mientras busca trabajo?
Estamos rodeados de talento, pero en su estrecha relación con la motivación residirá la clave que haga que este valor explote o se pierda en el anonimato. El talento no se mide directamente, es una variable que engloba muchos atributos tangibles e intangibles de cada trabajador en el día a día. En muchos casos, la forma de incentivar el talento es motivando al trabajador de forma adecuada a su personalidad y aspiraciones.
Y es que no solo hablamos de la caza sino de la retención del talento. Aquí reside otro de los factores determinantes para el crecimiento y éxito de tu empresa. ¿Están tus trabajadores motivados? ¿Existe un clima laboral que favorezca y que retroalimente la ilusión por hacer bien su trabajo y seguir creciendo en la empresa por parte de tus trabajadores?
Existen tres pilares sobre los que se construirá la motivación que dará pie al desarrollo del talento de tus empleados. Por una parte deben tener la suficiente autonomía como para organizar y decidir por sí mismos cómo trabajar y aplicar los cambios convenientes para mejorar los procesos o resultados. También deben ser capaces de alcanzar la maestría en su área, es decir, que la empresa ponga a su disposición la formación, material y soporte necesario para que continuamente se formen en aquello que más les interesa y que aplique con sus responsabilidades o aspiraciones laborales. Y finalmente deben tener un propósito claro y definido dentro del organigrama empresarial en lo relacionado a capacidad decisoria, responsabilidad, jerarquía, equipo de trabajo, ascensos, posibilidades y todo tipo de crecimiento.
Controlando todas estas variables identificarás, desde tu propia empresa, aquellos trabajadores con un mayor talento y alineación con los valores y estrategia corporativa. A la vez, también podrás aplicar muchas de estas reflexiones en el análisis externo del talento, ya sea como trabajadores pertenecientes a otras empresas (sean o no del mismo sector) o bien candidatos potenciales a desarrollar una carrera laboral en tu propia empresa.
Los conceptos deben estar claros para tu empresa, a partir de ahí el talento se activará y estructurará el futuro de cada trabajador en función de sus capacidades, ambiciones e ilusiones.
A menudo asociamos talento con cargos directivos con mucho control y decisión sobre las acciones de la empresa. Es evidente que los altos cargos deben tener una gran dosis de talento asociado a su área particular para sobrellevar exitosamente el puesto que ostentan. Idealmente se lo han ganado a base de trabajo, perseverancia, sentido común, salpicado con buenas ideas, y de una excelente capacidad motivacional y de liderazgo. El potencial debía existir, pero su ambición y perseverancia son las que habrán construido su camino hasta la cima. Ahora bien, pensemos ejemplos de personas con cargos directivos o de responsabilidad. No necesariamente tenemos que vincularlo a nuestra empresa, también encontramos numerosos ejemplos aplicables en la sociedad, el deporte o la política. ¿Responden estas personas a todos los atributos que hemos establecido como la base de un buen directivo o líder? Seguramente a muchos les falla algún aspecto o, cuanto menos, podrían mejorarlo sustancialmente.
Si encontramos ejemplos de directivos faltos de valores propios de un líder con talento, ¿cómo no íbamos a encontrar potencial en puestos intermedios o inferiores? ¿Y el talento desaprovechado en empresas con trabajadores desalineados con los objetivos corporativos? ¿Y el talento invisible que espera tu llamada mientras busca trabajo?
Estamos rodeados de talento, pero en su estrecha relación con la motivación residirá la clave que haga que este valor explote o se pierda en el anonimato. El talento no se mide directamente, es una variable que engloba muchos atributos tangibles e intangibles de cada trabajador en el día a día. En muchos casos, la forma de incentivar el talento es motivando al trabajador de forma adecuada a su personalidad y aspiraciones.
Y es que no solo hablamos de la caza sino de la retención del talento. Aquí reside otro de los factores determinantes para el crecimiento y éxito de tu empresa. ¿Están tus trabajadores motivados? ¿Existe un clima laboral que favorezca y que retroalimente la ilusión por hacer bien su trabajo y seguir creciendo en la empresa por parte de tus trabajadores?
Existen tres pilares sobre los que se construirá la motivación que dará pie al desarrollo del talento de tus empleados. Por una parte deben tener la suficiente autonomía como para organizar y decidir por sí mismos cómo trabajar y aplicar los cambios convenientes para mejorar los procesos o resultados. También deben ser capaces de alcanzar la maestría en su área, es decir, que la empresa ponga a su disposición la formación, material y soporte necesario para que continuamente se formen en aquello que más les interesa y que aplique con sus responsabilidades o aspiraciones laborales. Y finalmente deben tener un propósito claro y definido dentro del organigrama empresarial en lo relacionado a capacidad decisoria, responsabilidad, jerarquía, equipo de trabajo, ascensos, posibilidades y todo tipo de crecimiento.
Controlando todas estas variables identificarás, desde tu propia empresa, aquellos trabajadores con un mayor talento y alineación con los valores y estrategia corporativa. A la vez, también podrás aplicar muchas de estas reflexiones en el análisis externo del talento, ya sea como trabajadores pertenecientes a otras empresas (sean o no del mismo sector) o bien candidatos potenciales a desarrollar una carrera laboral en tu propia empresa.
Los conceptos deben estar claros para tu empresa, a partir de ahí el talento se activará y estructurará el futuro de cada trabajador en función de sus capacidades, ambiciones e ilusiones.